María Elena Rodríguez-La Rosa
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Críticas

María Elena Rodriguez - La Rosa

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Crítica de Jorge Bernuy


Los Ángeles son uno de los temas más recurrentes e inquietantes del arte universal. Mensajeros del cielo, son entidades puramente espirituales. Según la tradición religiosa Dios los usa para llevar sus órdenes y manifestar su voluntad en misiones especíales: el ángel de la guarda, el ángel anunciador, el ángel exterminador, el ángel mensajeo, el ángel del amor, entre otros.
María Elena Rodríguez La Rosa ha tomado el tema de los Ángeles para responder a sus necesitades formales y conceptuales cuyo planteamiento estaba ya implícito en su obra inmediatamente anterior. En la constante depuración de su lenguaje plástico, en el proceso de síntesis constante hasta llegar a la afilada expresión última, Malena va construyendo las estruturas sobre las que organiza su obra.

Cada obra de esta escultora desarrolla, en efecto, un espacio que le es propio a partir precisamente de los Ángeles alargados, de rebordes pulidos donde se nota una deformación expresiva de la realidad, deformación que le permite expresar la misteriosa presencia de esa misma realidad como una concreción singular donde el poder de afirmación nos hace olvidar los efectos del detalle, la belleza artesanal del bronce o del acrílico para llevarnos con más seguridad a lo esencial, a las premisas rítmicas que fijan la situación de la escultura y determinan su condición.

Malena ha sabido evitar el escollo del estilismo artesanal y sus excesos; su obra ascética y voluntaria se inscribe en el espacio ambierte, huyendo del efecto tiende a lo esencial, se aferra a él. Esta escultora sabe dominar la materia trascendiéndola, sin dejar de exaltar los elementos específicos.

Su diálogo con la materia, nunca fortuito, está siempre preparado por una serie de dibujos y una lenta elaboración a partir de un primer arranque en un bloque de arcilla materia demasiado flexible para valorizar el gesto puro. El gesto parece pues tomar sus verdadera consistencia en el segundo estado de elaboración de la obra, en el momento del acabado, es entonces cuando el trabajo de la mano hace brotar la luz que no enjendra ningún contraste violento con las sombras. Una luz que ha asimilado los grises y los tonos bajos mucho más que los reflejos vivos.

Estos Ángeles sentados, arrodillados, parados, muestran superficies rugosas en contraste con los pulidos y las masas hacen más claras las sombras gracias a un equilibrio rítmico precisio alcanzando un grado de expresividad dinámica donde las cavidades constructibles se dilatan en el espacio, pierde el sentido de su contorno en el impulso de las masas.

La coherencia de su producción y los valores de sus actuales planteamientos aseguran posibilidades por venir, de escudriñar y disfrutar una expresión visual sincera y sensitiva.

Jorge Bernuy
Crítico de Arte
Lima – Perú

 


Critica de Arte Silvia Herrera Ubico


Su obra permite sintonizar con un mundo concreto. Mundo que se perfila en los giros, en los recovecos de sus esculturas; en los colores puros, en los trazos firmes de las pinturas. En la sencillez de las formas escultóricas, en la transformación de los materiales, en la armonía de los diseños, se adivina la fuerza del carácter de una mujer que vive para el arte y se nutre de sus creaciones.

Es un caso más de ese común binomio vida-arte que anima el modo de ser de los artistas. Su escultura es sorprendente. El acertado juego masa-vacío que caracteriza sus obras tridimensionales las configura en unidades sólidas en composición y en sentido. Las superficies »inacabadas» y el desafío al estatismo de las figuras dinámicas delatan que casa una ha sido trabajada con esmero, con dedicación, con ternura y, a la vez, con gran fuerza vital.

Su pintura entronca con la garra del expresionismo. El dibujo es decidido e incisivo. El uso de colores plenos, saturados y el amarre de cada composición pictórica hablan, a su modo, de una pasión dominante: encontrar un lenguaje visual para dar expresión artística a toda una existencia.
La obra de María Elena sugiere la fusión de una dicotomía: mujer de gran fuerza e impulso-artista de tenaz disciplina y trabajo

Silvia Herrera Ubico
Directora de las Galerías
Museo Ixchel del Traje Indigena
Guatemala.


Crítica de Arte –Semana 7 – Daniel Caballero


Tuvimos ocasión de apreciar las atractivas tintas de María Elena Rodríguez La Rosa. La escuela de Cristina Gálvez es notoria pero la maneja con libertad y sello personal. Es una galería de símbolos esquemáticamente planteados, mordaces e incisivos, con raíces ancestrales, de una modernidad suelta. Sus siluetas son variadas pero no cae en lo fácil, con un ánimo siempre alerta y generoso.


Ángeles de bronce


El bronce es el metal más noble para la fundición de estatuas, debido a su hermoso color que madura con el tiempo. El Bronce permite a la estatua ser tocada por lo que la forma de la obra se siente igual a como la sintió el artista durante su creación.

María Elena utiliza el bronce en su serie en las estatuas de fundición-Los Ángeles, de manera muy eficaz. Cada ángel tiene una forma humana esbelta y elegante, compensándose con la fuerte presencia de sus poses expresivas y quizá simbólicas.

La forma anatómica de los ángeles se debe a los amplios conocimientos de la anatomía humana que posee de María Elena  y es fundamental para la creación de estas imponentes esculturas.
La habilidad se refleja en la variedad de posturas naturales y expresivas -desde la autoritario ángel al cansado ángel guerrero. Cada uno tiene la gracia y movimiento donde se puede creer que los ángeles tienen alma, que es un reflejo de la habilidad del artista.

María Elena ha logrado un hermoso equilibrio de la forma, el movimiento y la expresión en sus creación de bronce que hablan- los ángeles están a la altura de su nombre.

Nigel Meeks
Londres-Inglaterra


Opinión personal del señor Nigek Meeks, quien es miembro del departamento de investigación del Museo Británico en Londres, Inglaterra.